Revolución industrial

Las actividades industriales incluyen todos los procesos y técnicas que transforman las materias primas en productos elaborados. Aunque a lo largo de la historia siempre ha existido la
fabricación de útiles, solo se tiende a considerar como actividades industriales a aquellas destinadas a alcanzar una producción masiva.

En ese proceso se distinguen tres etapas: la primera revolución industrial, que comenzó hacia 1780; la segunda revolución industrial, que se inició en torno a 1870; y la tercera revolución industrial, que arranca en la década de 1970 y continúa en la actualidad.

PRIMERA Y SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Las dos primeras revoluciones industriales cambiaron la producción:
Empezaron a utilizarse nuevas fuentes de energía: primero, el vapor de agua y el carbón y, en la segunda fase, la electricidad y el petróleo. Estas energías eran capaces de mover grandes máquinas. 
Aparecieron las fábricas, grandes centros con muchos operarios, en los que había máquinas. En ellas, los obreros no elaboraban el producto completo, sino que el trabajo se dividía en diferentes tareas y cada obrero se especializaba en una de ellas. Este sistema de trabajo, junto al empleo de máquinas, permitió aumentar la producción y abaratar los precios de los productos.
La revolución industrial impulsó otra revolución: la de los transportes. 
En 1819, un barco de vapor cruzó por primera vez el océano Atlántico y en 1825 se construyó en Inglaterra la primera línea de ferrocarril. En 1819, un barco de vapor cruzó por primera vez el océano Atlántico y en 1825 se construyó en Inglaterra la primera línea de ferrocarril.

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